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La memoria es inteligente. Archiva lo mas importante, lo que realmente nos marca y nos parece relevante, y borra aquello que suponemos creer que no nos sirve. No es boluda la memoria, porque guarda eso que de alguna manera nos marca o nos hace mejores personas, aquellos recuerdos que dejaron huellas. Desde lo mas insignificante hasta lo mas grande. Los recuerdos son engañosos y están llenos de mensajes que muchas veces mal interpretamos. ¿Nunca se preguntaron por que recordamos cosas que realmente no nos parecen importantes? Yo converso traumas como la separación de mis papas o la primera vez que me llamaron gorda. No sé si serán traumas pero esas cosas tal vez se quedan porque nos hacen crecer, son momentos que recordamos con tristeza pero que nos hacen madurar y empezar a pensar de otra forma, a ver la vida en otros muchos distintos sentidos. Son huellas que quedan en el corazón pero también en nuestra cabeza.  Por otro lado, también están esos lindos recuerdos, momentos inolvidables que se guardan para poder sobrellevar todo, para enfrentar los malos tiempos. Nos ayudan a seguir luchando y a recordarlos sentados en un colectivo escuchando la cumparsita y mirando por la ventanilla, o a las tres de la mañana mientras el insomnio te atrapa y no te deja dormir. Los malos como los buenos recuerdos son los que nos hacen fuertes y mejores personas, son esos que nos ayudan días como hoy para limpiarse las lagrimas, pasar de pagina y seguir adelante.